«Si quieres paz, prepárate para la guerra»
John Wick
ANSIEDAD Y FOBIAS
😵💫 ¿Notas que últimamente vives en modo alerta, como si algo malo fuera a pasar en cualquier momento… aunque no sepas exactamente qué?
¿Los problemas te abruman más de lo normal?
¿Sientes ese nudo en el estómago, como un pellizco constante, o una especie de “acelere” interno que no se apaga?
¿Te cuesta dormir… o te despiertas en mitad de la noche con la cabeza llena de pensamientos?
¿Situaciones que antes no te alteraban ahora te ponen de los nervios?
¿El sonido de los mensajes, el doble check azul de WhatsApp o una llamada inesperada te provocan casi pánico?
¿Evitas cada vez más a ciertas personas, lugares o situaciones sociales porque simplemente no puedes con todo?
¿Le das vueltas a todo, cuestionas cada decisión hasta el infinito, imaginando mil versiones posibles (y casi todas catastróficas)?
¿Ese malestar está ahí, de fondo, como un zumbido que no se apaga?
📌 Si has respondido que sí a varias de estas preguntas… no es debilidad, no es que estés exagerando.
Es que la ansiedad se ha instalado en tu sistema.
Y no, no eres tú. Es el miedo en modo bucle el que está al volante.
Pero también te digo una cosa: se puede aprender a bajarlo del coche.
Otros trastornos derivados
En ocasiones, cuando la ansiedad se cronifica puede derivar en otros trastornos como la agorafobia, los trastornos compulsivos y los ataques de pánico.
AGORAFOBIA Y TOC
Con el tiempo, empezamos a asociar nuestra ansiedad con lugares, personas o situaciones concretas:
el bar donde un día nos dio un ataque, la tienda abarrotada que nos hizo sentir mal, la plaza llena de gente, incluso ciertas caras —conocidas o no— que activan esa alarma interna.
Y sin darnos cuenta, el mundo se va haciendo más pequeño.
Salimos menos. Evitamos más. Y llega un punto en que todo da miedo.
Ahí es donde la ansiedad se transforma en AGORAFOBIA: no es solo miedo a salir, es miedo a lo que pueda pasar si salgo.
En otros casos, en lugar de huir, tratamos de controlar.
Creamos pequeños rituales, gestos, comprobaciones, pensamientos repetitivos…
como si al repetirlos una y otra vez pudiéramos calmar esa angustia.
Y sí, a veces calma, pero solo por un rato.
Ahí estamos ya hablando de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
📌 La ansiedad se disfraza: a veces como evitación, otras como hipercontrol.
Pero al final, lo que está intentando decir es simple:
👉 “Hay algo que necesito gestionar, pero no sé cómo.”
Y ahí es donde empieza el verdadero trabajo terapéutico.
ATAQUES DE PÁNICO
Cuando la ansiedad se cronifica y el sistema nervioso ya no da más de sí, llegan ellos:
⚡ los ATAQUES DE PÁNICO.
Y lo peor es que parecen llegar de la nada.
Estás en el trabajo, en el metro, tomando un café… y de pronto, ¡boom!
Tu cuerpo se dispara como si estuvieras en peligro de muerte.
Pero el «peligro» no está fuera: está dentro.
Es como si el vaso del estrés se hubiera ido llenando poco a poco…
Y una sola gota —un pensamiento, un olor, una sensación corporal—
lo desbordara todo.
Entonces, el cuerpo entra en modo supervivencia total.
🔥 El corazón se acelera como si tuvieras que huir de un depredador.
🔥 Te falta el aire como si el mundo se cerrara sobre ti.
🔥 Las piernas tiemblan, las manos sudan, y sientes que te vas a morir.
¿La explicación?
Tu cuerpo acaba de recibir una descarga brutal de adrenalina.
Una inyección directa de supervivencia fabricada por tus riñones.
Y claro, esa energía necesita quemarse como sea.
El problema es que no hay ningún león persiguiéndote… solo una amenaza invisible que vive en tu interior.
🧠 Los ataques de pánico no matan… pero lo parecen.
Y el miedo a que vuelvan se convierte en una nueva cárcel.
La buena noticia:
👉 se pueden entender
👉 se pueden gestionar
👉 y se pueden superar